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De acuerdo con UNESCO, en 2025 más de 6,9 millones de estudiantes cursaron parte de su formación fuera de su país de origen, una cifra que marca una nueva etapa en la educación. Este crecimiento responde a uno de los cambios que ha experimentado el mercado laboral durante la última década: la internacionalización. Como resultado, el mercado laboral ahora valora perfiles capaces de desenvolverse en entornos internacionales y trabajar con equipos multiculturales. Estudiar fuera expone al estudiante a estas realidades incluso antes de iniciar su trayectoria profesional. Por lo que, estas experiencias contribuyen a desarrollar la capacidad de tomar decisiones, comunicarse con eficacia y afrontar situaciones complejas que exigen mayor autonomía. No obstante, los beneficios no se limitan al ámbito profesional. A lo largo de esta guía analizaremos otras ventajas que aporta la movilidad internacional.
Qué entendemos hoy por movilidad internacional
La movilidad internacional ya no se limita al intercambio universitario tradicional de un semestre, sino que incluye programas académicos completos, estancias cortas, prácticas profesionales, proyectos de investigación y formatos híbridos que combinan presencialidad y con lo digital. Esta evolución ha permitido que diferentes perfiles de estudiantes puedan acceder a una experiencia internacional sin alterar tanto su planificación académica.
Beneficios académicos de estudiar en el extranjero
Desde el ámbito académico, la experiencia internacional ofrece un valor añadido. Esto se debe gracias a que estudiar en otro país permite conocer metodologías docentes distintas y enfoques académicos que enriquecen las habilidades en cierta(s) disciplina(s). Además, estar en contacto con otros modelos educativos fomenta una mayor capacidad crítica en el campo de estudio.
Por otro lado, el uso de otro idioma en entornos académicos también refuerza el aprendizaje. Participar en clases, trabajos y debates en una lengua distinta consolida competencias lingüísticas de forma práctica y sostenida, algo difícil de replicar en contextos locales.
Desarrollo personal y competencias transversales
Vivir en otro país exige adaptarse a normas culturales distintas, gestionar situaciones nuevas y desenvolverse con un mayor grado de autonomía desde el primer momento. A lo largo de la estancia, el estudiante aprende a interpretar contextos diferentes, a comunicarse con personas de otros orígenes y a reaccionar ante situaciones que no siempre tienen una respuesta inmediata. Con el paso del tiempo, estas vivencias refuerzan habilidades como la capacidad de adaptación, al tiempo que fomentan una actitud más abierta ante el cambio. Este proceso también favorece una mayor madurez personal, ya que obliga a tomar decisiones en entornos desconocidos. Además, organizar la vida académica y social o afrontar imprevistos sin apoyo directo favorece una mayor confianza en uno mismo. Por este motivo, las competencias adquiridas durante una estancia internacional no se limitan a la etapa formativa, sino que acompañan al estudiante en distintos ámbitos de su vida futura.
Impacto en la empleabilidad a medio y largo plazo
La experiencia internacional tiene un efecto tangible en la empleabilidad. De acuerdo con el informe International Experience as a Career Asset (2025) de The Forum on Education Abroad, los estudiantes que han cursado parte de sus estudios en el extranjero obtienen, de media, salarios iniciales un 6,3 % más altos que aquellos sin experiencia internacional. Este resultado se observa tanto en estudiantes con un alto rendimiento académico como en aquellos a quienes el estudio les resulta más difícil, es decir, no depende del rendimiento académico previo.
Además, según los datos del mismo estudio, la experiencia internacional favorece el desarrollo de competencias especialmente valoradas por los empleadores, como la adaptación a entornos nuevos, la comunicación intercultural y la resolución de problemas en situaciones reales. Estas habilidades amplían sus oportunidades laborales a medio y largo plazo.
Oportunidades estratégicas para las instituciones educativas
La movilidad internacional también aporta beneficios claros a las instituciones. Facilita la internacionalización del campus, refuerza alianzas con universidades extranjeras y contribuye a construir una reputación académica sólida. Cuando estos programas se diseñan con buena planificación, se convierten en una herramienta eficaz para la captación y fidelización del alumnado, al tiempo que fortalecen la red de colaboraciones académicas.
La importancia del acompañamiento
A pesar de sus ventajas, la movilidad internacional involucra retos que influyen en la experiencia del estudiante. Algunos de estos retos son: el alojamiento, la adaptación cultural, los trámites administrativos y el acceso a información clara. Un acompañamiento adecuado reduce fricciones y permite que el estudiante se centre en su formación. Existen herramientas que permiten centralizar recursos y dar seguimiento al proceso, como Abroad by Lodgerin, facilitan un apoyo más estructurado al ofrecer acceso a más de 90.000 alojamientos verificados en más de ocho países, aportando confianza y seguridad tanto a los estudiantes como a las instituciones que los acompañan.
La movilidad internacional representa una oportunidad que contribuye al aprendizaje académico, desarrollo personal, mejora la empleabilidad y refuerza a las instituciones que la integran de forma estratégica. En conclusión, es una inversión formativa con impacto duradero para los estudiantes.








